Confesiones de Medianoche: `El chico roba maridos´
15.Sep.2023. Anécdotas. Mi nombre es Manuel Alejandro Texeira Goncalves. No tengo muchas historias qué contar. Pero hoy me he sentado a escribir una de ellas.
He decidido escribir una historia sobre tres hombres: Cristóbal Joao, Guillermo
y Antonio (mi primo, mi mejor amigo y un amor platónico). Ellos no se conocen entre sí, pero tienen algo en común: han conocido a Pablo Berrios, quien ha sabido ganar su confianza hasta convertirse en un gran amigo de cada uno de ellos.
Pero hay algo más que Cristóbal Joao, Guillermo y Antonio tienen en común. Y es que los tres han terminado sus relaciones sentimentales por cuestiones de infidelidad y la razón ha sido Pablo Berrios, quien ha tenido relaciones con sus respectivas parejas, ahora ex-parejas.
Mi primo Cristóbal Joao
Cristóbal Joao es mi primo. Hace dos años "salió del closet" y estaba en la nota de conocer hombres a través de las aplicaciones para conocer otros hombres que todos conocemos. En el “interín” hizo muchos “amigos”. Aunque yo no estaría tan seguro. A comienzos del año pasado conoció por medio de una amiga a un chico rubio proveniente de Inglaterra, Andrew, que es profesor de inglés en uno de los colegios de habla inglesa de la ciudad donde vivo.
Después de casi tres meses saliendo, a mi primo se le ocurrió un día la brillante idea de invitar a Andrew a una discoteca cerca de casa que nos gusta, la primera que nos animamos a ir cuando decidimos conocer el "mundo de ambiente". Yo no podía acompañarle, así que para no ir solo, mi primo invitó a su mejor amigo, Pablo Berríos, quien no sólo era su mejor amigo para aquél entonces, sino también su “compañero de rumbas”.
Tanto Cristóbal Joao como Pablo Berríos bailaron con el amigo inglés, o al menos intentaron hacerlo (los europeos no tienen el sabor que tenemos los latinoamericanos). Cristóbal Joao siguió saliendo con el tipo inglés por unas semanas más, hasta que el inglés perdió el interés, dejando de contestar sus llamadas y/o mensajes.
Pasados unos meses, por una extraña casualidad, mi primo supo que su amigo Pablo Berríos no sólo tenía teléfono de Andrew, también estado juntos. Resulta que esa misma noche en que salieron los tres, Pablo Berrios le pidió el teléfono a Andrew y un par de días después, le había invitado a salir, por supuesto, todo esto sin que Cristóbal Joao lo supiera. Por más de un mes entero, el inglés estuvo saliendo con mi primo y con Pablo Berrios al mismo tiempo.
Cristóbal Joal supo esta historia mucho tiempo después, cuando Pablo Berrios y Cristobal Joao ya habían tomado caminos separados. Mi primo no lo tomó bien al enterarse. Cristóbal Joao y Pablo Berríos dejaron de frecuentarse a partir de entonces. Mi primo ya no sabe de él. Desde entonces, dejaron de ser amigos.
Mi mejor amigo Guillermo
Guillermo es mi mejor amigo. En Noviembre del año pasado habría cumplido dos años con su pareja, Héctor. Pero les faltó un mes para llegar a los dos años ya que en Octubre, un mes antes, terminaron (a pocos días del cumpleaños de mi mejor amigo).
Mi amigo Guillermo había comprado algunas cosas para la celebración de su cumpleaños en su casa, el 14 de Octubre. Lo único que faltaba era la bebida. Pero ese domingo necesitaba salir a comprar unas medicinas para su mamá. Héctor le ayudaría con todos los preparativos. Como la celebración era entre 10 y 15 personas, necesitaba algo de ayuda extra y para ello llamó a su mejor amigo: Pablo Berríos.
Guillermo salió a comprar las medicinas y tardó más de lo que esperaba. Cuando llegó a la casa, Héctor y Pablo Berríos tenían ya casi todo listo para la reunión. Luego llegaron los invitados y celebraron el cumpleaños de mi amigo Guillermo. Lamentablemente, yo no estaba en la ciudad en esas fechas, por lo que no pude estar presente.
A la semana, Guillermo recibió una llamada que no olvidará jamás. Era su mejor amiga, Mariale, tenía algo qué contarle, pero no podía ser por teléfono. Tenía que ser en persona.
Mariale y Guillermo cenaron juntos unos días después. Hablaron de todo un poco, hasta que Guillermo le preguntó qué era aquello que tenía que contarle. Guillermo me contó aquella conversación que me permito transcribir a continuación (palabras más, palabras menos).
- Mariale: Amigo, necesito un consejo. Estoy como desesperada y necesito que me ayudes a aclarar mis pensamientos.
- Guillermo: Pero mujer, echa pa’ fuera, qué pasa?
- Mariale: es que tengo un amigo que quiero mucho y su pareja le está siendo infiel. ¿Crees que debería contarle a ese amigo que su pareja le está montando los cuernos?
- Guillermo: Hummmm… creo que sí… si de verdad es tu amigo, creo que deberías decírselo. Se lo merece.
- Mariale: ¿De verdad crees que deba? ¿No crees que debería mantenerme al margen? No quiero romperle el corazón a mi amigo.
- Guillermo: No. No deberías mantenerte al margen. Si ese amigo fuera yo, creo a mi me gustaría saber que mi pareja es infiel.
- Mariale: Ese amigo eres tu. ¿Te acuerdas del día en que celebramos tu cumple? Yo llevé a Héctor a su casa y él estaba pasado de tragos. En su borrachera me dijo que se sentía un poco mal porque había tenido un momento de debilidad un par de horas antes y había tenido sexo con Pablo Berríos mientras tu estabas comprando unas medicinas. Había decidido no contarte esto y olvidar todo este asunto. El problema es que creo que se siguen viendo a tus espaldas.
Guillermo me contó luego de cómo se arrepintió haberle dado esa respuesta a Mariale. El jamás pensó de que se trataría de la infidelidad de Hector. Jamás habría querido enterarse de que su pareja había estado con otro en su propia cama... con sus propios condones y lubricante... en su mismísmo cumpleaños…
Mi amigo Guillermo llegó a descubrir mentiras de Hector, lo confrontó y Hector terminó confesando lo que había pasado un poco antes de la celebración de cumpleaños y que se había repetido otras veces más. Ese día se acabó la relación de Guillermo y Hector. Supe que Hector siguió interesado en Pablo Berrios, pero éste había perdido todo interés.
Guillermo nunca quiso saber más de Héctor. Mucho menos de Pablo Berríos. Mariale tampoco salió bien parada de este asunto. Guillermo no le perdonó que ella guardara silencio.
Mi amor platónico Antonio
A Antonio, mi amor platónico, un italiano de cabello negro y ojos azules, lo conocí hace diez años. Para aquél entonces, él estaba muy pendiente de mi, pero nunca le hice caso. No me gustaba. Me parecía muy inmaduro e inestable emocionalmente hablando.
El pasado mes de Enero de este año, Antonio y yo coincidimos en una fiesta. Compartimos nuestros números de teléfono y lo invité a conocer mi casa un sábado equis. Preparé algo de almuerzo y abrí una botella de vino blanco. Estuvimos charlando toda la tarde y mientras hablábamos recordaba al Antonio de hace diez años.
Ese día me di cuenta que Antonio había cambiado mucho. Ya no me parecía aquél muchacho inmaduro e inestable del pasado. Mientras me contaba de cómo había terminado sus estudios, de su trabajo, su postgrado, su familia y de su remodelación en su apartamento nuevo, estaba conociendo a un nuevo Antonio.
Se hicieron las seis de la tarde y Antonio me dijo que tenía que irse. Tenía que hacer la compra de la semana. Nos despedimos y nos dimos un abrazo que tardó más de lo que esperábamos. Luego sus labios se posaron en mi cuello y me abrazó con más fuerza. De pronto nos estábamos besando.
Quisiera decir que tuvimos sexo aquél sábado por la noche. Pero no fue así. Aquella noche hicimos el amor... una y otra y otra vez. Antonio se fue de mi casa el lunes por la mañana. El domingo sólo nos levantamos de la cama para comer y para ir al baño. No dejamos de besarnos y acariciarnos entre sesión y sesión: o yo le hacía el amor a él o él me hacía el amor a mi.
El lunes fui a mi trabajo y no me creía lo que había sucedido en mi fin de semana. Le escribí a Antonio y no obtuve respuesta alguna por varios días. Hasta pensé que algo malo le había sucedido. Supe que estaba equivocado cuando vi que Antonio tenía actualizaciones en el Facebook. El estaba bien. No respondía mis llamadas ni mis mensajes adrede.
El sábado 27 de Enero, luego de casi 7 días, Antonio apareció de nuevo. Me llamó por teléfono. Me decía que lo disculpara por su ausencia, pero que se había asustado ya que no estaba preparado para una relación y había tenido que ausentarse un poco.
Cuando intenté preguntarle por qué sentía eso, Antonio me comentó que había terminado con su pareja de cinco años el pasado mes de Diciembre. Antonio se encontraba en su trabajo y su ex-pareja, Gonzalo Fuenmayor, un importante empresario de la industria de las importaciones, lo estaba llamando para saber si había llegado a su trabajo. Antonio se extrañó mucho de la llamada. Y su mente pensó lo peor… (“piensa mal y acertarás”)…
Para retirarse del trabajo, Antonio fingió que se sentía mal del estómago y que quería irse a su casa. Su jefe aceptó. Pero Antonio no se fue a su casa. En su lugar, se fue a casa de Gonzalo. Cuando llegó a la quinta, los guardaespaldas se sorprendieron. Antonio les pidió que no se preocuparan, se quitó los zapatos a la entrada de la casa y subió al segundo piso sin hacer mucho ruido.
Cuando llegó a la habitación, confirmó lo que su sexto sentido le estaba susurrando al oido: encontró a Gonzalo tenido sexo con otro. Y no era cualquier otro hombre. Resultó ser un amigo de Antonio.
Cuando Antonio me contó todo lo anterior, le dije a manera de chiste: “¿Por casualidad ese amigo tuyo se llama Pablo Berríos”? Quedé perturbado cuando Antonio me contestó atónito: “¿Cómo lo sabes?”. Yo estaba más sorprendido que Antonio. No entendía tanta casualidad en una capital como en la que vivimos.
En ese momento odié a Pablo Berríos. Lo odié con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mis fuerzas. Ya no solo era mi primo, mi mejor amigo, sino también Antonio, a quien quería conocer mejor y quizás, armar un proyecto de vida juntos.
Cuando colgué el teléfono lloré por un buen rato producto de la rabia. Lloré por culpa de todos los Pablos Berríos que hay en el mundo. Creo que lloré por mi primo Cristóbal Joao, por mi mejor mejor amigo Guillermo y por Antonio. Lloré por todos esos hombres que pasan por situaciones parecidas por culpa de personas que se hacen pasar por sus amigos y que realmente no lo son. lobos vestidos de oveja Y lloré por los afectados indirectamente, como yo.
Me permito escribir estas largas líneas para desahogarme un poco. Quizás me he extendido más de lo que quería inicialmente, en cuyo caso me disculpo. No era mi intención. Aunque espero que quien lea estas líneas, pueda descifrar una lección, si es que hay alguna… porque tal vez no la hay… o tal vez sí… siendo cuidadosos con la selección de nuestras parejas. Pero quizás mucho más cuidadosos con la selección de nuestros amigos…
Manuel Alejandro Texeira Goncalves
Enemigo acérrimo de Pablo Berrios
¿Quieres compartir con nosotros tus anécdotas, vivencias, experiencias, o cualquier cosa que se te ocurra? Con nosotros puedes hacerlo enviándola a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Con gusto publicaremos tu boceto, tu idea o tu texto en nuestra sección de Confesiones de Medianoche. Anímate!!!
Recomendamos ver también:
¿Quieres compartir un comentario, observación o duda sobre este artículo o cualquier otro? Escríbenos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..
Mantente informado sobre cada una de nuestras publicaciones agregándonos a tu FACEBOOK y/o a tu TWITTER.