Confesiones de Medianoche: `Una experiencia gay fuera de lo común´
16.May.2022. Anécdotas. Desde hace un tiempo para acá y gracias a las aplicaciones para conocer a otros hombres, me he relajado un poco, he conocido nuevas personas, he visitado lugares maravillosos y estoy abierto a nuevas aventuras.
Una vez me preguntaron sobre la proposición más extraña que haya recibido en la intimidad por parte de otro hombre y sobre cuáles eran mis límites cuando estoy con alguien. Pensando en la respuesta, la proposición más extraña que he recibido fue con un hombre árabe.
Hace unos años tuve la oportunidad de visitar algunos países árabes pero no tuve nada con nadie allá. Se trata de una cultura fascinante pero muy diferente, y me aterra las consecuencias de ser encontrado en la cama con alguien de mi mismo sexo en un lugar cuyas costumbres desconozco.
Ya de regreso en mi país de origen, conocí a un hombre árabe en una de mis aplicaciones y cuando vi sus fotos, su origen y su aspecto, pensé en desquitarme. Se trataba de un hombre bastante alto, de barba profusa, contextura gruesa, velludo, maduro, blanco bronceado, que hacía contraste con sus redondos ojos negros y ojeras características de algunos árabes.
Su nombre era Youssef. Conversamos a través de la aplicación por varias semanas y un día decidimos conocernos. Nos conocimos un día sábado en un café de la ciudad donde residía temporalmente. Al principio, fue una charla normal entre dos hombres. Hablamos sobre quién ganaría el mundial de futbol, de la situación del país y de algunos temas banales que ya no recuerdo.
Cuando conversas mucho, suele pasar que la cosa no va a más. Pensé que no pasaría nada, que seríamos buenos amigos, conocidos o volveríamos a ser extraños, siguiendo cada uno su propio camino. Pero de pronto, Youssef, me preguntó si alguna vez me habían amarrado en la intimidad. Me asusté mucho. Nunca me habían propuesto algo así. Aun me faltaban dos años por cumplir los 30 años.
Sin embargo, sentí cómo la adrenalina comenzaba a fluir por cada centímetro de mi cuerpo. Era algo que no conocía y mi lengua reaccionó mucho más rápido de lo que pude darme cuenta:
- "No, nunca pero es algo que siempre he querido experimentar", le contesté.
Luego de haberlo dicho, me sorprendí. Nunca había pensado en "querer" experimentar aquello. Supongo que había dicho eso porque él era un tipo de hombre que me resultaba extraordinariamente atractivo. De solo imaginarme a solas con él, sentía cómo mis hormonas se encendían.
- "¿Quieres subir a mi casa?", me dijo.
Mis hormonas estaban a punto de explotar de la excitación.
- "Por supuesto. Me muero de ganas", le dije. Mientras la adrenalina comenzaba a salirme por los poros.
El apartamento de Youssef quedaba justo en frente del café donde nos habíamos reunido. Al entrar, inmediatamente me di cuenta que se trataba de un hombre con costumbres diferentes a las mías. Habían pocos muebles, nada de adornos y suficiente espacio como para que varias personas vivieran cómodas allí. Los colores de las paredes eran sombríos, sin embargo, no había desorden y el sitio estaba impecable.
Youssef me pidió que me quitara la ropa y luego me explicó que no usaría cuerdas (lo que me quitó un peso de encima). Youssef quería envolver mi cuerpo en un plástico y cintas adhesivas. Me preguntó si tenía algún problema con ello y le contesté que no. Accedí en que lo hiciera. Youssef se quedó mirándome como si estuviera analizando mi respuesta.
De pronto él se levantó del sofá y se quitó la camisa. Finalmente pude ver sus robustos brazos y pecho velludo. Luego se levantó y fue a una de las habitaciones del apartamento. Salió de allí con una especie de papel transparente, me pidió que me pusiera de pie y me comentó que comenzaría a envolverme. No presenté ninguna objeción.
De pronto vi cómo Youssef comenzaba a envolver mi cuerpo en ese plástico. Primero por mis pies, poco a poco subiendo hasta llegar a mi cuello. Quedé completamente inmóvil. Me convertí en una especie de gusano de seda cuando se encuentra en su capullo. No tenía libertad de movimiento alguno.
Recuerdo que cuando Youssef terminó de momificarme en aquel plástico me encontraba aturdido. No sabía qué era aquello. Youssef me observó por un tiempo que quizás fue breve pero que me pareció eterno. De pronto me elevó y me llevó a sus hombros, sorprendiéndome con su fuerza. Me llevó de la sala a su cuarto, luego de nuevo a la sala. No hablábamos, no hubo besos ni caricias. Youssef tuvo un orgasmo, casi sin tocarse.
No se cuánto tiempo transcurrió aquel estado. Me sentía como en una especie de sueño. Me pareció una eternidad cuando llegó el segundo orgasmo de Youssef. No entendía cómo alguien podía llegar a un orgasmo sin besos ni caricias. Quería que me liberara de aquel plástico que me tenía inmovilizado pero no quería decírselo. No sabía su reacción. Sentí pánico.
Youssef parecía un buen tipo. Hasta ese entonces no me había tratado mal. Todo lo contrario, había sido muy gentil por lo que intenté calmarme. Comencé a sofocarme y creo que Youssef se dio cuenta de cómo cambiaba mi respiración porque Youssef me bajó de su hombro repentinamente y comenzó a retirar el plástico que me envolvía, sin yo habérselo pedido.
Al terminar de quitarme aquello, no sabía qué hacer, así que decidí vestirme. Era ese típico momento incómodo en que se acaba la acción y no sabes si conversar un rato, o salir corriendo luego de haber tenido algo. Mientras me vestía, Youssef fue a la cocina y me trajo agua.
Por varios minutos (otra eternidad) estuvimos sentados en la sala sin decir nada. Sin mirarme a los ojos, con la mirada perdida en el horizonte, dirigiendo su vista a la terraza del apartamento, Youssef comenzó a hablar:
- "Me gustaría que prometieras algo", me dijo, rompiendo el silencio extraño que había entre nosotros.
- "¿Qué cosa?", le contesté.
- "Que nunca más harás lo que hiciste en mi casa hoy", me respondió.
Intenté decir algo, pero realmente no sabía cómo responder a aquella solicitud. Estaba realmente mudo. No entendía por qué me pedía aquello. Youssef debió interpretar mi desconcierto porque me dijo:
- "Cuando estás envuelto en plástico como el que te he envuelto, eres completamente vulnerable e indefenso. Tu no sabes con quién puedes encontrarte", continuó diciéndome. "Hay mucha gente allá afuera con muy malas intenciones... Hay gente muy mala", añadió.
No me había percatado de lo indefenso que estuve mientras estaba envuelto ese plástico y cinta adhesiva. De pronto muchas cosas de lo que pudo haber pasado desfilaron por mi cabeza. Youssef era un extraño. Había puesto toda mi confianza en una persona que recién había conocido. Por supuesto, le prometí que no lo volvería hacer.
No conversamos mucho más. Al poco tiempo nos despedimos y me fui a mi casa. Recuerdo que al llegar a mi cama me di cuenta que estaba temblando. Casi aterrado por la experiencia de lo que pudo haber pasado. Tardé casi dos días repasando casa escena de sucedido e intentando recuperarme de la experiencia.
Con el tiempo descubrí que aquello se llama bondage. Han pasado 12 años de aquello y nadie me ha vuelto a proponer algo parecido. Pero tengo algo muy claro: No creo que vuelva a repetir una experiencia como esa. Ni con conocidos ni desconocidos. Será fácil cumplir la promesa que le hice a Youssef, con quien por cierto, nunca más tuve contacto alguno. Su perfil desapareció. Nunca más supe de él.
El Aventurero
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