Confesiones de Medianoche: `Conocí a mi actual pareja en una sauna gay´
17.May.2024. Anécdotas. Encontrar pareja en el mundo gay es como encontrar una aguja en un pajar. Sí. Somos muchos hombres homosexuales. Pero el problema es que nuestra lista de "requisitos" es en ocasiones interminable y a veces, cuando conocemos a alguien, no nos damos el tiempo para conocerlo mejor, porque pensamos que hay algo "mejor" allá afuera.
En la actualidad ya no recurrimos a las salas de chat en las que conectábamos con otro hombre sin rostro frente a otro teclado. Muy pocos acuden a la vieja usanza de las discotecas para conocer a alguien. Ahora, casi todos los encuentros entre dos hombres ocurren través de las aplicaciones, ya sea que se quiera una noche de desfogue o se quiera encontrar a alguien para algo más significativo.
La cosa es que con las aplicaciones, tenemos la impresión de que tenemos "muchas opciones" disponibles a la vuelta de la esquina, las 24 horas del día, los siete días de la semana.
A veces siento mucho pena siento por aquellos perfiles que tienen una lista larga de cosas que NO quieren. No sólo son hombres que se sienten trofeos. Son hombres que se creen superiores a aquellos que rechazan en su lista. Recuerdo la primera vez que vi un perfil de esos:
"No negros, no asiáticos, no afeminados, no gordos, no viejos, no latinoamericanos, no... no... no...".
¿Se imaginan que en el pasado lleváramos listas así en las discotecas? Cuando veo un perfil de un hombre así, lo bloqueo inmediatamente. Hay que dar espacio a hombres que valgan la pena.
También están esos perfiles que muestran una lista larga de requisitos que uno tiene que cumplir para poder conocerles. Son hombres que se sienten trofeos pero que en cierta forma dejan una puerta abierta (aunque muchas veces inaccesible).
Muchas veces nos permitimos escribirles pero casi nunca recibimos respuesta. Cuando la recibimos comienza la competencia. Porque aunque creemos que tenemos toda su atención, ese perfil está hablando en paralelo con dos o tres más. Somos ilusos si creemos que no competimos con decenas de otros hombres y que todos tenemos algo en común: no sabemos si pasaremos el filtro.
A veces he sido yo el trofeo. A veces el trofeo ha sido otro. En otras palabras: el que me gusta no está interesado en mí y el que está interesado en mí no me gusta. Y así han pasado años de mi vida y es así que he pasado años soltero.
Pero muchas veces me he cansado. Y he renunciado ser un trofeo, es decir, que he renunciado a mi "lista de requerimientos":
- Me he dejado llevar y he conocido a hombres mucho más jóvenes que yo o mucho mayores.
- He conocido a hombres con un nivel de educación mucho mayor que el mío o con muy poca o ninguna educación.
- He superado el trauma de la pluma y he conocido a hombres con más pluma que yo. Hace un tiempo dejé de ver la pluma como un problema, es más, he llegado a considerar que es un problema que no se me note que soy gay.
- He conocido también a hombres cuya belleza es únicamente interna, de acuerdo con los cánones y códigos de belleza que manejamos los hombres gays.
- He conocido hombres más altos o más bajos y de todos los colores de piel.
- Me he dado la oportunidad de conocer hombres que nunca han hecho ni harán deporte en su vida y que sus cuerpos los delatan.
- He conocido hombres que aunque sólo buscaban una noche de sexo, pues les di la oportunidad de conocerme y de conocerles. Pensando que al hacerlo podría hacerles cambiar de parecer y si no, pues al menos le daba una alegría al cuerpo en el proceso.
Lo que nunca había hecho era renunciar a mi lista de requerimientos por completo. Siempre renunciaba a algunas cosas en beneficio de otras. Pero ocurrió y ocurrió en una sauna gay.
- Quisiera decir que lo escogí por su edad pero no fue así. Nunca se la pregunté mientras estuvimos en aquella sauna. No me importó si era mucho más joven que yo o mucho mayor. No fue su rostro lo primero que vi.
- Qusiera decir que fue por su educación pero no le pregunté a qué se dedicaba. Ni siquiera si tenía trabajo o no. No me importó si era profesional, si vivía con sus padres o si el transporte público era su única opción para desplazarse en la ciudad.
- Quisiera decir que fue por su masculinidad que lo escogí pero apenas cruzamos palabra. En un antro como el que estábamos y estando los dos desnudos, poco importaba quién si él hablaba en femenino, se le partía la voz o solía maquillarse los ojos de vez en cuando.
- Quisiera decir que era el hombre pelirrojo o rubio de mis sueños más profundos. Pero realmente era un hombre moreno que tenía un encanto especial.
- Quisiera decir que fue por sus espectaculares ojos o su rostro angelical, pero no. Ya dije que no fue su rostro lo primero que vi y cuando lo vi, no no era el hombre más bello del lugar. ¿Por qué es tan importante ligarnos al más bello del lugar?
- Quisiera decir que fue por su cuerpo espectacular, esculpido en el mejor gym de la ciudad pero no era éste el caso. Por complexión física (y su barriga), estaba claro que hacía mucho que no iba a un gym (si es que en algún momento llegó a ir).
- Quisiera decir que lo escogí porque buscaba pareja, al igual que yo, pero vamos a estar claros. ¿Se le ocurre a alguien que es posible encontrar pareja en una sauna?
Mi decisión fue básica. Mi mirada fue directamente entre sus piernas cuando entró al sauna y me gustó lo que ví. Él se dio cuenta y fijó su mirada en mí. Cuando levanté mi rostro, él abrió sus brazos y me sonrió con una expresión que me decía: "Esto es lo que hay, así, sin más". Habían más hombres en el sauna, pero él sólo tuvo ojos para mí e inexplicablemente, yo sólo tenía ojos para él.
No pasó mucho tiempo cuando él avanzó hacia mí. Vi como se le acercaban otros hombres para inspeccionar al recién llegado. Pude notar cómo le saludaban y buscaban su atenciín, pero él seguía manteniendo su interés en mí. Luego se detuvo y entendí que yo tenía que hacer lo propio. Le tenía que dar una señal clara e irrefutable de que me gustaba lo que veía.
Entonces me levanté de mi sitio y sonreí. Soy consciente que a veces uno tiene que actuar rápido y pude ver cómo él me volvió a sonreir. Esta vez como complacido. Como feliz de no haberse equivocado conmigo. Allí estábamos. Desnudos. Sin nada qué ocultar.
Me acerqué a él, nos saludamos y luego de escucharle decir que se alegraba haber venido a la sauna ese día. No pasó mucho tiempo cuando ya nos estábamos dando un abrazo, el cual abrió el camino a unos besos que provocaban la envida de los otros hombres que estaban allí presentes.
Luego nos fuimos a una cabina y allí dimos rienda suelta a nuestros instintos más básicos. Salimos de allí a los vestidores y al cambiarnos me pidió mi número de teléfono. He ido a la sauna muchas veces y debo decir que nadie me había pedido mi número allí por lo que sabía que era un movida osada de su parte.
Decidí darle mi número pero también decidí actuar osadamente. Le pregunté si tenía planes para ese sábado por la tarde. Cuando me dijo que no le pregunté si le apetecía un café y para mi sorpresa, me respondió que le gustaba la idea.
Lo que estaba destinado a un breve café, pasó a convertirse en una cena en otro sitio cerca y luego, en unas copas. Terminamos la noche en mi casa, repitiendo algunas cosas que habíamos hecho por la tarde en la sauna, pero ahora en mi cama, a otro ritmo pero con muchas más ganas, tanto él de mi como yo de él.
En algún momento de la noche se dio cuenta de la hora y me comentó sobre lo tarde que era y se incorporó en la cama. Siempre he pensado que hay un momento de una cita entre dos hombres en el que se echan las cartas y se decide el futuro. Algo me dijo que su comentario y mi respuesta definiría si nos volveríamos a ver o no. Por lo que era mi turno de dejarle saber "esto es lo que hay" y le dije: "Si quieres te puedes quedar a domir". Y el accedió.
Por la mañana preparé desayuno para los dos y se fue en horas del mediodía. No tenía idea si le volvería a ver... básicamente porque era un hombre que había conocido en una sauna. Pero la semana siguiente comenzó el confinamiento producto de la pandemia del Covid-19.
Días después me agradó un mensaje de él, preguntándome cómo estaba. Y se contentó al saber que yo estaba bien. Cuando le pregunté a él cómo estaba, se echó a llorar. Nadie se imagina lo que ha vivido el personal sanitario de algunos países durante la época dura del Covid. El trabaja en la sección de enfermería de un hospital y no fue fácil trabajar en un ambiente donde los recursos tanto de personal como de insumos fueron muy escasos.
Me sorprendí al darme cuenta que comenzamos a hablar a menudo y que muchas veces me tocó escucharle y consolarle. Pero no sólo me convertí en un apoyo emocional para él. Él también se estaba convirtiendo poco a poco en alguien importante para mi. La pandemia me demostró lo solo que me encontraba en casa.
Me permití invitarle a mi casa un fin de semana dado que él tenía permiso para moverse por la ciudad debido a su trabajo. Luego vino otro fin de semana juntos, y otro más. También nos acompañamos días entre semana también. Y de pronto, ambos descubrimos que teníamos una relación.
Por varios meses, ni él ni yo tuvimos la tentación de entrar en Grindr o Scruff. Ni siquiera nos pasó por la cabeza la posibilidad de ir a saunas o discotecas, cerrados por las medidas del confinamiento ni luego, cuando abrieron, lo que nos brindó la oportunidad de conocerle mejor y a él de conocerme mejor. Llevamos varios años juntos desde entonces.
Ahora que las medidas de confinamiento se han relajado, esta noche saldremos a cenar con unos amigos míos que lo quieren conocer. Ellos no saben dónde nos hemos conocido. Seguro no me lo preguntarán porque dan por hecho que ha sido a través de las aplicaciones. Pero se equivocan. Sorprendentemente, le conocí en una sauna gay.
Mr. Aleksei
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