Confesiones de medianoche: `Por qué no recomiendo trimonios (o relaciones de tres hombres)´
17.Feb.2020. Anécdotas. Aun recuerdo lo que sentí aquella mañana de Abril. Me sentía pleno. Dormíamos los tres en mi cama. Fernando a mi derecha y David a mi izquierda. Habíamos quedado exhaustos luego de una noche en donde habíamos disfrutado de la intimidad.
Cada uno tenía su papel en la cama. Cada uno hacía su parte y si bien dicen que en una relación de dos cuesta comenzar a compenetrarse, ni se diga de una relación de tres. Pero nosotros lo hicimos. Fernando, David y yo éramos una feliz relación de tres. Como a veces publica la revista Shangay, cada cierto tiempo.
El comienzo
David y yo nos conocimos en la universidad. Creo que los amores de la universidad no son como los amores en la madurez. En aquel momento, que te crees capaz de comerte al mundo porque tienes toda una vida por delante, vives el amor con mayor profundidad.
Luego de tener relaciones pasajeras, David, sin haberlo querido, comenzó a ser lo más importante para mi. Creo que compartíamos demasiado: los mismos intereses, la misma carrera, la misma edad y los mismos gustos.
David y yo llegamos a compenetrarnos de una forma tal que en ocasiones el uno sabía lo que estaba pensando el otro. Con sólo una mirada. Con sólo un gesto. A veces me pregunto si algún día tendré una relación como esa. A veces me pregunto si alguien ha experimentado eso con diferentes parejas.
Nuestros amigos nos veían como la pareja perfecta. Y creo que lo fuimos. Nos graduamos juntos de la universidad, nos introdujimos en el mundo laboral casi al mismo tiempo y sin darnos cuenta, compartimos muchísimas cosas juntos. Llegaron a ser casi diez años de nuestras vidas, en donde hasta llegamos a vivir juntos.
Pero luego vino la monotonía y dado que ninguno de los dos supo manejarla, con ella vino el desgaste de nuestra relación. Fue David quien se dio cuenta primero. Gracias a su trabajo que le obligaba viajar con frecuencia, David comenzó a distanciarse de mi y lamentablemente, con ello también comenzó a "ver para los lados".
Las infidelidades de David resultaron a ser evidentes no sólo para mi, sino también para nuestros amigos en común. Cuando eso sucede tienes que hacer algo al respecto. Y decidí enfrentarlo.
David aceptó sus infidelidades y las atribuyó a la monotonía. Quería salvar nuestra relación. Diez años no son diez días. Fueron muchas lágrimas, muchas conversaciones y ambos decidimos intentarlo de nuevo.
No se cómo lo hizo, pero David me convenció de agregar esa "chispa" que faltaba a nuestra relación. Probar nuevas cosas. Y su propuesta fue comenzar a realizar tríos. Nunca me había planteado hacer esas cosas, pero estaba seguro de que cuando uno estaba en pareja había que intentarlo todo con el fin de salvar una relación. Acepté hacerlo.
Los tres años de nuestras vidas
Comenzamos a ir a bares donde no dejábamos duda de que éramos pareja. David me utilizaba como "gancho" para abordar a chicos. Siempre fuimos honestos al decirles que éramos pareja y que no hacíamos nada por separado. A veces nos resultaba. A veces no.
El único requisito para un trío era que nos gustara a ambos. Si no sucedía lo volvíamos a intentar con otro. Si sucedía nos cuidábamos de no repetir con la misma persona. Estas salidas las hacíamos en promedio una vez al mes. Pero pronto David se aburrió de ello. Quería más. Y el destino conspiró en darnos más de lo que esperábamos.
Cuando los bares ya no nos daba morbo, decidimos probar nuevos espacios y optamos por la playa. No es muy difícil detectar chicos gays en la playa. Basta saber sus gestos, su comunicación verbal y/o no verbal o tan solo su mirada, para darse cuenta cuando hay deseo de por medio. Y el objeto de ese deseo era o David o yo... o ambos.
David era el que de alguna forma forzaba las conversaciones, luego pasaba a las preguntas personales hasta llegar a tocar temas "picantes" o "subidos de tono", para finalmente girar la conversación para hacerles saber que queríamos un trío. Unos amigos en común nos presentaron a Fernando en una playa y fue allí donde comenzó todo.
Coincidimos varias veces en la misma playa. Y fue una sorpresa cuando me di cuenta que Fernando estaba interesado en mi. Fue la única vez en que tuve que ser yo quien forzara las conversaciones, las preguntas personales hasta tocar temas "picantes" o "subidos de tono" para luego hacerle saber a Fernando que estábamos interesados en un trío.
Convencer a Fernando no fue fácil. Digamos que la primera vez que nos vimos sembré la semilla (idea) que en las dos ocasiones siguientes fui "regando", hasta lograr mi cometido. Me sentí realizado cuando Fernando sutilmente nos hizo saber a ambos que estaba interesado.
La tercera vez que nos vimos en esa playa, Fernando no se fue a su casa con sus amigos. Fernando se fue aquel sábado por la tarde con nosotros. La química que hubo entre los tres fue impresionante. Fernando no sólo pasó la noche con nosotros sino también todo el día domingo. Tanto David como yo sabíamos que había algo diferente en él. Y fué tácito cuando lo llevamos en su casa y los tres acordamos en volvernos a ver, rompiendo nuestras reglas de juego.
Volvimos a repetir el fin de semana siguiente... Y el otro... Y el otro. Luego también comenzamos a vernos entre semana. De pronto, lo pasábamos buscando a su trabajo, nos ibamos juntos al cine o a cenar, luego a nuestra casa y antes de la medianoche lo llevábamos a la suya de vuelta. Los fines de semana eran para nosotros. Fernando pasaba fines de semana completos en nuestra casa. Sin duda éramos una feliz relación de tres.
Sin expresarlo, los tres sabíamos en lo que estábamos metidos. De cara al resto del mundo era una pareja y un buen amigo que nos acompañaba al cine, a cenar, a la playa, al teatro, a desayunar, a las fiestas, discotecas y a los viajes. El mejor regalo de cumpleaños que le hicimos a Fernando fue un pasaje ida y vuelta a Buenos Aires... con nosotros... Y así estuvimos tres años de nuestras vidas. Sin quererlo, nos convertimos en un `Trimonio´ perfecto.
El fatídico final
Esa mañana de Abril con la que comencé este texto, fue muy reveladora. Si bien comencé este texto diciendo que éramos una feliz relación de tres, había algo especial entre Fernando de la que David no formaba parte. Me di cuenta cuando me desperté abrazado a Fernando. El y yo habíamos comenzado a dormir abrazados cuando se quedaba en casa y David estaba fuera por trabajo. A David nunca le gustó dormir abrazado.
De alguna manera los viajes de David hicieron que Fernando y yo pasáramos mucho tiempo solos. Y de pronto, dormir abrazado a Fernando pasó a ser algo muy natural. Fernando y yo nos compenetramos tanto que en ocasiones deseaba que David no estuviera allí. A veces sentía que David sobraba. Y supongo que Fernando también lo sentía. Nunca lo dijimos, pero no hubo qué hacerlo.
Luego de tres años de relación, David nos dejó. Se fue de la casa alegando que la rutina/monotonía le había alcanzado. Que necesitaba centrarse en sus propias necesidades y para ello requería vivir solo un tiempo.
Quedamos Fernando y yo. Pensaba que era justo lo que quería. Que quedáramos Fernando y yo solos. Pero debo admitir que dolió. Y dolió mucho. Fueron casi trece años juntos. Diez solos y tres años más junto a Fernando.
Algo me decía que iba a ser fácil recuperarme teniendo a Fernando a mi lado. Pero esta vez el destino conspiró en mi contra: no era lo que Fernando quería. Supongo que la salida de David afectó la energía de todo el grupo. Un par semanas después, Fernando me confesó que ya no sentía lo mismo que yo. Que también necesitaba su espacio. Fernando me dejó también.
Si bien, quedas sin aliento luego de terminar una relación significativa. Nadie se imagina lo que significa terminar dos relaciones significativas al mismo tiempo. En otras palabras, si cuando un matrimonio se deshace puede ser una situación traumática. Ni se diga de un trimonio. Se me vino el mundo abajo.
De pronto la cama se me hizo grande. De pronto mi casa se me hizo grande. Perdí la cuenta de las noches en que me dormí con lágrimas en los ojos. Fueron muchas las noches en la que me vi bebiendo solo, en la sala de mi casa, hundiéndome en la música más deprimente.
La soledad es más profunda luego de una pérdida pero en mi caso, había perdido a dos personas muy significativas. Dolió mucho más. Faltó poco para caer en un estado depresivo. Afortundamente cuento con mi familia y buenos amigos, que si bien nunca se enteraron de mi relación de tres, me sirvieron de apoyo para salir adelante e intentar rehacer mi vida.
Han pasado tres años desde que mi trimonio oficialmente terminó. A pesar de que me quedan buenos recuerdos de esa experiencia, es algo que no deseo volver a vivir. Aun no estoy listo ni siquiera para una relación de dos. Pero espero estar listo pronto. Se me hace que ya es hora de pasar la página.
Oscar de la Peña
El que ya no vuelve a tener una relación de tres o trimonio... nunca más!!!
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