Confesiones de Medianoche: `El trío´
26.Jun.2014. Anécdotas. Hay personas que dicen que nunca harían Un trío. Hay quienes se quedan "pegados en la nota" una vez que lo prueban. Debo decir que he hecho solo Tres Tríos en mi vida pero no creo que vuelva hacerlo. Quiero compartir mis experiencias. Esta es mi historia.
Mi primer trío: el accidental
Hace unos años atrás, un grupo de amigos improvisamos un viaje para recibir el año en el Parque Nacional Mochima, ubicado en Puerto La Cruz - Edo. Anzoategui, Venezuela. Debo decir que es uno de los mejores viajes que he hecho. Fue la primera vez que recibía el año con amigos en la orilla de la playa tomando caipirinhas.
Como fue un viaje improvisado y yo andaba solo, me tocó compartir la habitación con una pareja madura del grupo: Julio y Humberto.
Al principio me sentí cortado porque se trataba de dos personas que acababa de conocer. Pero eran dos personas simpáticas.
En la habitación habían dos camas, una matrimonial donde dormían ellos y una individual, donde dormía yo. La separación entre ambas camas era escasamente de un metro de longitud.
Una mañana del viaje, no podía creer lo que mis ojos veían al despertar. Julio y Humberto estaban completamente sin ropa y muy cariñosos entre sí.
No se cómo pero cuando me di cuenta, ya no estaba en mi cama. Estaba en medio de la acción de mi primer trío, entre besos y caricias de esas dos personas maduras. No pasó más allá de eso, pero fue sin duda una experiencia excitante.
Mi segundo trío: el morbo
La escena anterior me dejó con ganas de seguir explorando y una tarde de un domingo, sentado frente a una computadora y metido en una sala de chat, fui invitado a realizar mi segundo trío.
Se llamaba Enrique, era un chamo que vivía con sus padres pero éstos estaban de viaje. Así que él decidió hacer una "reunión particular" e invitó a dos personas extrañas para satisfacer el morbo.
Supongo que eran las ganas de seguir explorando lo que me llevó a aceptar la invitación. Solo se que al llegar a su casa sentía cómo la adrenalina invadía cada centímetro de mi cuerpo. No hablamos mucho, solo mirábamos el juego de beisbol, esperando que llegara el tercer invitado.
Unos minutos después llegó quien estábamos esperando. Se trataba de un hombre contemporáneo un poco afeminado. No hubo besos ni caricias, lo cual me convirtió más en un espectador que en un participante de la sesión. Al salir de allí me dije que no repetiría la experiencia y fue así hasta que fui objeto de una emboscada.
Mi tercer y último trío: La emboscada
Desde la experiencia anterior he rechazado cientos de invitaciones para realizar un trío. Pero hace unos años ya tuve un desliz ya que una vez una persona con quien había salido antes, Arturo Sulbarán, me invitó a tomarme unos tragos en casa de un nuevo amigo de él, Celso.
Arturo insistió y la casa de Celso era cerca de la mía, así que decidí ir sin imaginar lo que pasaría luego.
Llegué a la casa de Celso y pude notar que se trataba de un hombre musculoso, semi-velludo, de ojos claros y cabello negro (una combinación exótica). Saludé a Arturo, un hombre robusto y de cabellos castaños. Ambos estaban conversando y tomando vodka. Siempre evito tomar cuando no he comido bien, pero ellos se encargaron de atenderme muy bien y mantener mi vaso de vodka lleno.
En algún momento de la noche, el ambiente cambió y Arturo cambió su comunicación verbal y no verbal hacia mi. Digamos que abrazos venían e iban, así como roces innecesarios y comentarios picantes o de doble sentido que no tenían nada que ver con la conversa.
Todo era un preámbulo para hacer un trío y debo decir que intenté resistir a toda costa. Pero Arturo, que siempre ha sido un pillín, hizo todo lo que pudo para hacerme caer en la trampa. Yo estaba allí en esa casa ajena y en medio de dos personas sumamente atractivas.
Recuerdo que Arturo desvistió a Celso en medio de la sala y me preguntó: "¿Eres capaz de despreciar esto? Te reto!!" Y Arturo envió a Celso a la ducha. Celso hizo lo propio, entró en el baño que estaba frente a la sala y sin cerrar la puerta, se metió en la ducha y comenzó a bañarse frente a nosotros.
Mi quijada llegaba al suelo. No podía creer lo que sucedía frente a mis ojos. Y mucho menos cuando Celso salió de la ducha para reunirse con nosotros para dar comienzo a mi tercer y último trío. Por cierto, el más prolongado y ardiente de todos.
Han pasado años desde esa última vez y no creo que vuelva a repetir. Mucho menos luego de enterarme que las personas que se encuentran "pegadas a esa nota" luego comienzan a experimentar con cuartetos, quintetos, sextetos y cualquier otro número que se pueda pensar, convirtiéndolos en personas de altísimo riesgo...
... Eso de realizar un trío no va conmigo... respeto a quienes lo hacen (y también me alejo de ellos)... se trata de un riesgo que no estoy dispuesto a correr... por lo menos no otra vez...
Diego de La Vega
(Ni el zorro ni el hermanito de Erika)
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