Confesiones de Medianoche: `Mi lengua y el españolito de mis sueños´
24.Jul.2016. Anécdotas. Mi lengua es mi perdición. Mi dolor de cabeza. Quizás también mi bendición (sino, pregunten a aquellos que han compartido mi cama). Bíblicamente se puede decir que la lengua puede bendecir o maldecir y quien la puede controlar es capaz de manejar una inmensa nave. Confieso que mi lengua tiene vida propia.
En la habitación
A mi lengua no la puedo controlar cuando comparto mi cama. A ella le gusta explorar, saborear, interactuar, chupar, lamer, ya sea una boca, unos labios, un cuello, un pecho, una espalda, unas piernas, unos glúteos, unos dedos de la mano, unos dedos de los pies. Todo, todo, todito. No la puedo controlar en la habitación.
Más de uno se ha quedado con “los ojos en blanco”, pidiendo que pare, que se detenga, exigiendo clemencia, deseando retrasar un poco más el orgasmo cuando mi lengua explora un poco más abajo del ombligo. Ella es así. Es su forma de ser.
Se sabe que algunos hombres le asignan un nombre a sus "miembros". Yo nunca he pensado en ponerle un nombre al mío. De hacerlo, también le pondría un nombre a mi lengua.
En el bar
A mi lengua no la puedo controlar cuando estoy en un bar. Especialmente cuando tengo unos tragos de más. Cuando se hace presente “mi otro yo”. El divertido, el risueño, el simpático. El que es capaz de abordar a quien sea.
Estoy viviendo en Madrid, la ciudad de los hombres velludos... que vivan los hombres con pelo en el pecho!!!
En Madrid, España
Soy uno de esos venezolanos profesionales que ha tenido que buscar un futuro mejor lejos de Venezuela gracias a los dos últimos gobiernos de Venezuela, los peores gobiernos de la historia venezolana. En España me ha ido bien. Muy bien. Excelentemente bien. No sólo porque aquí en Madrid se puede hablar por teléfono móvil sin tener miedo de que te lo quiten en la calle a punta de pistola. Se puede salir a la calle sin miedo y a cualquier hora. También porque los supermercados están super abastecidos (hay de todo). Existe variedad. No necesitamos comprar la marca de algún producto "porque es lo único que hay".
Pero no es de política sobre lo que quiero hablar. Ni de malas gestiones. Quiero hablar sobre las últimas andanzas de mi lengua. Y no es una historia de alcoba. Esas historias las conocemos más. Basta con una peli porno para tener una idea. Sobre lo que quiero contar ocurrió en un bar.
En el Club Independence
Las mejores historias me ocurren en los bares heteros. También mis peores pesadillas, ¿gracias a quién? Gracias a mi lengua.
Mi sitio preferido es el Club Independence, en el centro de Madrid, frente a la Plaza Jacinto Benavente. La música es espectacular, los tragos son buenos y la gente es bonita. Este sitio hetero está lleno de “lobas”, de las cuales suelo huir: no me gustan las mujeres!!!
Allí lo vi. Allí estaba. Uno de esos españolitos de mis sueños estaba allí, junto con seis amigos más. Cabello castaño, de unos 30 años, velludo, con lentes/gafas, ojos claros, robusto, un poco menos de 1.80 cm y con unos pantalones que demostraba que estaba bien equipado tanto por delante como por detrás.
No paré de verlo toda la noche. El se dio cuenta. De vez en cuando me miraba. Si hay algo que he aprendido de los españoles es que por más heteros que sean, se sienten halagados cuando otro hombre está pendiente de ellos.
Luego apareció una chica que también le gustó el mismo tipo que a mi. Ella le bailó, le besó en la mejilla pero el no le hizo caso. Y así hizo con cada uno de ellos (a ver quién caía). No la culpo. Todos eran simpáticos. Sólo el más bajito le prestó algo de atención. Fue el único del grupo que bailaba con ella para corresponderle el detalle de querer bailar con el.
Fue entonces cuando uno de ellos, el histérico del grupo comenzó a decirle a ella que se fuera a otro lugar a bailar. Ella se negó. Fue una situación bastante graciosa que se repetía una y otra vez, ella, muy borracha, intentando bailar con ellos, intentando seducir a cualquiera de ellos. El histérico, intentando que se fuera, que bailara en otro lugar, que los dejara tranquilos. Todo un espectáculo.
Mi mirada seguía al españolito que más me gustaba. El me veía (si algún día lees esto, se muy bien que me veías).
De pronto pasó algo inesperado. El españolito se dirigió hacia mi, se tropezó conmigo y se fue al baño.
Tardé unos segundos en reaccionar. ¿Qué acaba de pasar? ¿Será que quiere que lo acompañe al baño? De pronto me vi caminando en dirección al baño y cuando entré estaba el españolito que me gustaba en un extremo y el bajito en el otro. Había un urinario en el centro disponible para mi. Fui directo allí.
Quisiera decir que mi mirada se concentró en mi. Pero no fue así. Mi mirada se fue a mi izquierda. Se lo vi. Era perfecto.
Al salir del baño, encendieron las luces del local para cerrar y mi lengua tomó el control... mi perdición...
Recuerdo cómo abordé al histérico, diciéndole que la chica que quería algo con alguno de ellos le estaba buscando, nos reímos y salimos afuera...
- - Antonio (el españolito que más me gustaba),
- - Anchorena (el bajito super adorable, con barba super sexy),
- - Francisco Diego "el Paco" (el histérico, muy atractivo y algo histérico),
- - Javier Torres (el más risueño, nunca paró de reír),
- - Javi (el más serio, como para casarse y darle un par de hijos),
- - Melendi (el rapado de ojos claros más sexy del grupo) y
- - Suren (el de cabello perfecto, muy bello e interesante).
Recuerdo cuando Melendi me dijo que el se había dado unos besos con una chica y tenía su número, a lo que le respondí que si... que lo había visto todo. Que yo estaba pendiente del grupo (esa lengua mia!!!).
De pronto, Suren comenzó a decir algo como "tan seriecito que se ve en la oficina", como insinuando que me conocía. Luego no sólo era Suren sino también Javier Torres, luego Javi también.
Me quedé petrificado cuando Suren comenzó a nombrar compañeros de trabajo. Casi me desmayo cuando Javi describió exactamente dónde trabaja, en qué piso estaba, mi ubicación en la oficina y el departamento donde pertenezco.
Era obvio que Suren y Javi trabajaban conmigo. Me habían visto, aunque yo no a ellos.
Un taxi llegó y se fueron Francisco Diego "el Paco", Suren, Melendi (quien prometió darme el número de Antonio) y mi Antonio.
Javier Torres, Javi y Anchorena caminamos hacia la Plaza Jacinto Benavente y allí me despedí de ellos con un abrazo, como si nos conociéramos de toda la vida (lo que hace el alcohol).
De vuelta en la oficina
El lunes estuve inquieto. Una parte de mi deseaba que toda la experiencia hubiera sido un sueño... que vergüenza... todo lo que dije... por culpa de mi lengua... ... Pero todo se vino abajo cuando vi entrar a Javi.
De pronto toda la anécdota la reviví en mi cabeza... ¿por qué tengo una lengua tan larga?... Oh Dios...
Cual oveja al matadero me armé de valor y me levanté a saludar a Javi, quien me comentó que habían hecho apuestas entre ellos sobre si yo me atrevía a saludar o ignoraba todo el asunto por completo. Me confesó que Suren había trabajado allí pero que se había ido unos meses atrás.
No se quién o quiénes perdieron la apuesta... lo cierto es que escribo esta historia para drenar... Cada vez que veo a Javi vuelvo a esa noche... la última vez que fui a ese club... no he vuelto desde esa noche... aun no he superado la vergüenza...
Es hora de levantar el castigo a mi lengua, reconciliarme con ella. Quizás me anime a volver al club. Prepararme para una nueva historia allí.
Quizás deje que mi lengua haga de las suyas de nuevo. Total, hacemos buen equipo. Al menos en mi habitación. Ojalá pueda demostrárselo algún día al españolito de mis sueños.
S.S.
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