Una tragedia familiar: Abusos sexuales en la infancia
15.Ene.2022. Para Leer. Los abusos sexuales en la infancia ocurren con una frecuencia mucho mayor de lo que se podría creer. Se calcula que uno de cada cinco hombres y una de cada cuatro mujeres lo han sufrido. Y en todos los niveles sociales. Al ser algo tan doloroso y tan difícil de reconocer, tiende a olvidarse y taparse para siempre.
A propósito de que cada cierto tiempo aparecen en las noticias sobre menores que han sido abusados por sacerdotes y que han sido casos encubiertos por la iglesia católica, nos permitimos publicar sobre este tema.
¿Quién?
Los abusos se pueden dar por alguien cercano al niño o conocido de la familia, empezando por el padre, la madre, algún hermano mayor, primo o amigo mayor. Esto hace la tragedia mayor, pues es más difícil luchar contra lo que pasa si con la persona que abusa hay un fuerte vínculo de apego, como es en un padre.
En estos casos, el niño suele sentir que no tiene elección, no puede hacer más que aceptar pasivamente lo que está viviendo, intentando darle el sentido que le impone el adulto (que es un juego, que le va a servir de iniciación a la vida, que es la expresión de su cariño y de la importancia especial que tiene para él/ella), o intentar olvidar cuanto antes, quitándolo de la conciencia como sea. Pero rara vez puede denunciarlo si es alguien cercano, por temor a perder su protección o su cariño. Su mente infantil no tiene la capacidad de resolver el conflicto entre eso que no le gusta y que se lo haga alguien que, se supone que le quiere, y es quien le alimenta o le cuida y protege, y con quien tiene un vínculo imposible de romper.
¿Cómo?
A veces el niño se encuentra con la reacción de incredulidad de la persona a la que se lo dice, y puede inducirle una sensación de irrealidad: lo que está viviendo no existe, pues nadie le cree. "Eso no me está pasando".
Muchas veces hay una complicidad familiar para evitar el escándalo o la ruptura, con lo cual se le estimula a negar esa realidad y escindir su personalidad, para poder sobrevivir psicológicamente. Y eso que escinde pasa a hacerle sentir culpable (pues los demás podrían creer que la iniciativa fue suya), o vergüenza, ya que ¿qué valor tiene si lo usan de esta manera?
El niño tiene que soportar un secreto, impuesto por el adulto, que además de hacerle sentir humillado, dolorido, atemorizado (por la repetición de actos que no desea), desvalorizado, con tensión.
No es raro que eso implique un cierto fracaso en los estudios, por la dificultad de concentración, y una amnesia de una gran parte de la infancia, pues hay que sepultar bien hondo lo que se vivió. Hay estudios en los que se ha comprobado casos de niños que fueron abusados y quedó constancia (por alguna denuncia o visita al hospital) que no recordaban absolutamente nada cuando se les ha preguntado de mayores. Y esa amnesia es más fuerte cuando más cercano es el abusador, empezando por el padre, madre, hermanos.
Secuelas
Las secuelas del abuso no dependen exclusivamente de la duración en el tiempo de los abusos, o el tipo de abuso sino que, a veces, abusos únicos o que no llegaron a ser dolorosos físicamente, pueden dejar enormes consecuencias, debido al efecto traumático de lo vivido.
Entre las secuelas tenemos sensaciones de falta de vitalidad o de vacío, tendencia a las adicciones tanto de ludopatías, drogadicciones, adicción al sexo; dificultad para establecer relaciones de confianza con los demás, depresión, pérdida de interés sexual, aislamiento, conductas auto-destructivas, ideas suicidas, ansiedad, insomnio, sentirse diferente, temor ante las cosas que pueden sucederle, como si no tuvieran capacidad de control adulto de las situaciones vitales.
En las relaciones de pareja podrían haber dificultades para confiar, y poder permanecer en la pareja. Se ponen a prueba a las otras personas continuamente. En algunos casos podrá repetir la relación de abuso tanto buscando un abusador, como abusando a otros. Pueden existir dificultades sexuales tanto por temores a la agresividad, como desarrollar una sexualidad agresiva, así como tendencias a la promiscuidad. Finalmente, se tiende a erotizar el afecto, lo que conlleva confusión en las relaciones con los demás.
¿Qué hacer?
En la edad adulta es importante romper este silencio y compartir este secreto, para poder descargarse de tantas culpas y vergüenzas, así como de las otras secuelas comentadas. Existen grupos de autoayuda, tanto en persona como en la red, así como terapeutas que tratan estos problemas siendo muy comprensible que se dude en remover nada por temor a sufrir aun más. Sin embargo, el efecto liberador de este tipo de ayudas es enorme.
Algunas personas recomiendan enfrentarse al abusador ya de mayores, denunciarle incluso. Pero esta debe ser una decisión personal, y dependen de las necesidades psicológicas de la víctima, quien bajo ningún caso debe terminar peor de lo que estaba.
En el caso de conocer una situación en el presente, hay que actuar inmediatamente para proteger a ese niño o niña y llegado el caso poner una denuncia, pues estamos ante un delito, castigado penalmente.
Ignacio Diaz-Carvajal
Artículo publicado en la edición No. 108 de la Revista ZERO.
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