Confesiones de Medianoche: `Mi experiencia de cuando les dije a mis padres que yo era un hombre gay´
01.Jun.2023. Anécdotas.Tengo amigos que jamás confesarían su preferencia sexual a sus padres. Debo confesar que no pertenezco a ese grupo, ya que hace unos años atrás me armé de valor y hablé con mis padres para confesarles mi gusto por personas de mi mismo sexo.
Cada quien tiene razones para hacerlo o para no hacerlo. Respeto la decisión de todos, se trate de un joven quinceañero o un adulto cuarentón. Pero yo quería salir del armario ante mis padres. Que lo supieran por mi.
¿Cuáles fueron mis razones para salir del clóset?
Cada quien tiene sus propias razones y ahora que han pasado unos cuántos años desde que le dije a mis padres que yo era y soy un hombre homosexual, puedo decir con cabeza fría que fue una de las mejores cosas que pude hacer en la vida.
Lo hice en un momento que comencé a rumbear en discos de ambiente y a tener amigos que uno podría decir "evidentes". Por tal razón, y considerando que "el mundo es un pañuelo", quería que mis padres se enteraran de mis labios y no de un persona malintencionada que me viera saliendo de una disco o con amigos "extraños" en un centro comercial.
La idea estuvo en mi mente por varios meses, en espera de la mejor oportunidad. Mis padres tienen convicciones religiosas muy fuertes. Sabía que hacerles esa confesión sería muy doloroso para ellos.
Midiendo las consecuencias
Recuerdo que lo primero que hice antes de conversar con mis padres fue medir sus posibles reacciones. Aun vivía con ellos, y varios escenarios se me ocurrieron, desde una respuesta comprensiva de parte de mi mamá o de mi papá, pasando por gritos, reclamos y en el escenario más drástico: ser expulsado de la casa y no tener dónde vivir.
Para todos esos escenarios imaginé mi reacción y qué podía hacer al respecto. De hecho, en el caso de que me botaran de la casa, había decidido alquilar una habitación que pudiera costear. Ya para ese entonces había terminado de estudiar y me encontraba trabajando.
El discurso
Recuerdo haber dado mil vueltas a mi cabeza. Quería decir las palabras menos traumáticas. Se me ocurrieron varias opciones:
- Papá, mamá... soy homosexual...
- Papá, mamá... soy gay...
- Papá, mamá... creo que me gustan los hombres...
- Papá, mamá... creo que no me gustan las mujeres...
Luego de reflexionar mucho al respecto, e imaginar sus reacciones, decidí por la cuarta opción: "Papá, mamá, creo que no me gustan las mujeres". Siempre me pareció la menos impactante, la que dice mucho y dice poco al mismo tiempo.
El día "D"
Otro factor importante era buscar el momento propicio. Pasaron meses para que llegara ese día. Ocurrió un día en que celebramos un cumpleaños de mi hermano menor. Jamás lo olvidaré, de hecho, cada vez que mi hermano cumple años, recuerdo ese día. Ya han pasado varios años desde entonces.
Mi hermano menor se fue a dormir luego de cantarle cumpleaños y mi papá me pidió a mi y a mis hermanos que nos quedáramos para discutir algunos asuntos familiares.
Al final de la reunión pedí el derecho de palabra diciendo: "me gustaría hablar de otro asunto". Recuerdo que comencé diciendo que lo que tenía que decir era difícil pero que tenía que hacerlo porque no quería que se enteraran por otras personas. Y luego de una pausa, les dije que "creía no sentirme atraído por las mujeres".
Punto de no retorno
Esa noche es una de las noches más tristes de mi vida. Mi mamá comenzó a llorar como nunca la había visto hacerlo. A mi papá se le salían las lágrimas. Recuerdo que mi mamá ofreció llevarme a psicólogos, que todo se resolvía si yo decidía que me gustaran las mujeres. Para ellos quedó implícito que si no me gustaban las mujeres entonces me gustaban los hombres.
Mi hermana se quedó muda. Creo que jamás pensó que yo fuera capaz de decir algo así. Mi hermano mayor soltó una risa burlona. De todas ellos, el era quien tenía más argumentos para sospechar ya que me había encontrado viendo la serie Queer as Folk, serie que estaba de moda en aquél entonces. Sin embargo, el nunca había hecho comentarios debido a que en ese momento no nos hablábamos.
Mi hermano me ofreció ayuda para cambiar y mi mamá, con muchas lágrimas brotando de sus ojos, me preguntó: "Hijo, ¿usted quiere cambiar?". Mi respuesta fue el silencio. No quería herirlos más de lo que estaban.
Me dijeron muchas cosas, entre una de ellas mi papá confesó haber sospechado de mi. Mi mamá también. Creo que porque nunca llevé a una novia a casa. Los padres no son tontos. Uno tiende a pensar que lo son y que no se dan cuenta de las cosas, pero no es así. Saben mucho más de lo que uno cree.
Terminamos la reunión y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente
A la mañana siguiente me sentía asfixiado. Necesitaba salir. Recuerdo haberme levantado temprano aun cuando estaba de vacaciones en el trabajo. Tomé mi libro de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, libro que estaba leyendo en aquél entonces y me fui a un museo de arte. Necesitaba distraerme.
Salí a la sala y mi mamá estaba en la sala con una tía que acababa de llegar. Fui a despedirme de ella y cuando me acerqué para darle un beso me di cuenta que ella tenía los ojos hinchados de tanto llorar.
Ella me rodeó con sus brazos y me mantuvo retenido mientras me decía estas palabras con una voz entrecortada y llorosa: "Sabes que te quiero, pero también quiero que cambies". Ha pasado tanto desde entonces pero aun se me llenan los ojos de lágrimas cuando recuerdo sus palabras.
Esa fue la última vez que se habló de ese tema en casa de mis padres. A partir de ese entonces, la reacción de ellos, la de mis hermanos y la mía es como si nada aquello hubiese pasado. Como si se hubiese tratado de un mal sueño.
Se que mi familia no acepta mi condición y aun desean que yo algún día me case y forme una familia, pero la relación de ellos hacia mi no ha cambiado para nada. Todos me tratan bien, me respetan y me quieren como antes. Creo que soy afortunado por tener la familia que tengo.
Ninguno de ellos se imagina el peso de encima que me quité al hacerles mi confesión... confesión que casualmente ocurrió muy cerca de la medianoche.
Diego
El de la confesión a medianoche...
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