Confesiones de Medianoche: `Adoro a mi perrito gay´
24.Mar.2018. Anécdotas. No se si llegarán a publicar esta breve historia. Pero igual la quiero compartir con ustedes.
Se trata de alguien importante de nuestra familia: nuestra mascota, un hermoso poodle negro que bautizamos como Brandy.
Brandy es el consentido de la familia. También es mi consentido y se que soy su preferida. Lo se porque prefiere dormir en mi habitación y todas sus atenciones son para mi apenas llego a la casa.
A veces me sorprende que Brandy me prefiera a mi. Lo más justo es que fuese mi mami, quien lo atiende la mayor parte del día, con una devoción que resulta insólita, siendo ella quien era la más reacia en traer un perro a la casa.
Mis padres nunca habían querido tener un perro, mucho menos un gato o cualquier otro espécimen.
Fue por la insistencia de mi hermana y yo lo que hizo que Brandy apareciera en el mapa. Ella y yo hicimos de todo para lograrlo. Se lo pedimos en cartas a Dios, al niño Jesús, al ratón Pérez, a los reyes magos, a la virgencita de Coromoto y quien sabe a quienes más le habremos escrito una carta o realizado una oración.
Mi padre cedió primero. Era de esperarse. Cómo resistirse a la petición constante de sus dos preciosas niñas!!!
Fue mi papá quien dio la estocada final, intercediendo por nosotras un Diciembre leyendo con mucho drama una de nuestras cartas donde pedíamos (o mejor dicho, suplicábamos) por un perro. Al final de leer la carta, le preguntó a mi mami:
"¿Cuántas cartas necesitas para hacer feliz a nuestras hijas"
Y funcionó.
Mi mami no pudo negarse. Y el fin de semana siguiente estábamos en un sitio donde se vendían los perros más adorables del mundo. Allí lo vimos por primera vez. Pequeñito, indefenso, hermoso. Como para comérselo.
Mi hermana y yo nos derretimos por él. Y allí mismo lo bautizamos como "Brandy".
Si. Ya se lo que piensan. Estoy segura que están cuestionando el nombre que le dimos al nuevo integrante de la familia. Estoy casi escuchando cómo me preguntan "¿No había otro nombre "más masculino"?
Pues no. No lo había. Recuerden que éramos dos niñas de escasos diez años (bellas, por cierto, ¿lo había dicho?). Quizás nos hizo falta un hermanito que diera su contribución para llegar a un "Brandon", "Bruno", "Bryan", etc. Pero en aquél momento Brandy era un nombre masculino. Uno no dice "deme UNA brandy" al pedirlo como bebida. Uno dice "deme UN brandy".
Otra cosa que debo acotar (antes de que me lo pregunten) es que mi hermana y yo nunca vestimos a nuestro perro con los vestidos de nuestras muñecas. Nunca tuvimos complejo de "Elvira" de Loony Toones.
Cuando Brandy llegó a nuestra casa, lo tratamos y educamos como todo un macho, que cuando llegó a su adultez, le buscamos pareja... queríamos descendencia!!!
Nuestra mascota no pasó desapercibida por nuestros vecinos. Más de uno quería cruzar a sus perritas con nuestro Brandy.
A partir de entonces, comenzaron a desfilar por mi casa las perritas más bellas que he visto de la misma raza, las más jugosas, apetitosas y apetitosas perritas en celo, capaces de encender a los perros más distraídos de diez cuadras alrededor.
Quisiera decir que Brandy desató sus más bajos instintos con cada una de ellas, haciendo alarde de sus dotes, montándolas a placer, con el fin de satisfacer sus necesidades y darnos nuestra esperada descendencia.
Pero nada de eso sucedió.
Probamos de todo. En el territorio de Brandy, en el territorio de las perritas, dejándolos a solas, dejándolos con sus dueños, ayudando con empujoncitos. Las perritas lo buscaban, incluso se le restregaban con las más atrevidas posiciones, incluso hubo una que se montó encima de él de lo caliente que estaba... Pero nada. Nada de nada!!!
Una vez casi descorchamos una botella de champagne cuando una vecina nos dijo que su perrita había quedado preñada de nuestro Brandy.
Pero a los pocos días, el veterinario confirmó una falsa alarma. La perrita había desarrollado un embarazo ficticio...
A partir de allí hemos llegado a la conclusión de que nuestro perro es gay. Al principio nos hacía triste la notica, pero ahora ya lo internalizamos. Amamos a nuestro perrito tal y como es. Estamos orgullosos de él.
Hemos visto por internet que existen perros gays. Así que no hay nada nuevo en este asunto. Tampoco es que hemos visto a Brandy montando a un perro o siento montado por otro. Es decir, no sabemos si es activo o pasivo (esta jerga gay me lo enseñó mi mejor amigo, que es gay). Prefiero no imaginármelo en ninguna de las dos posiciones que al fin y al cabo, tienen el mismo significado, ya que sea lo uno o lo otro, mi perro es gay.
Lo que importa es que lo adoro. Adoro a mi perrito gay!!!
Diveana Santamaría
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