Confesiones de Medianoche: `La humillación de fin de año en la discoteca gay´
21.Dic.2022. Anécdotas. Me llamo Gabriel. Hace poco supe de un amigo que le pasó algo similar, así que decidí escribir esta historia. Ya sucedió hace unos cuantos años ya. Yo tendría como unos 29 años y lo se porque fue a esa edad en la que me registré por primera vez en una aplicación para conocer a otros hombres (www.manhunt.net).
Mi idea, como la de todo el mundo que se registraba o aun se registra allí, era la idea de conocer a otros hombres y tener citas con la idea de conseguir pareja. Conocí a varios. La selección nunca es fácil ya que hay que filtrar, filtrar, filtrar y escarbar entre los siguientes "desubicados":
- Los que sólo buscan sexo. Es este grupo entran aquéllos que te dicen que buscan algo más, pero realmente no lo tienen claro y solo buscan sexo.
- Los casados o los hombres que tienen pareja, ya sea con alguna mujer o algún otro hombre.
- Los que dicen buscar algo más, citas o algo serio como pareja, pero sus perfiles demuestran todo lo contrario, como aquellos que tienen publicadas únicamente fotos XXX.
Hace tiempo que ya no uso la aplicación de Manhunt. Ahora uso Grindr, pero es la misma situación. La misma gente, diferentes fotos (con suerte).
Recuerdo que un Diciembre conocí a alguien. Su nombre era Adrián, un tipo profesional, blanco, 1.75 cm de estatura, pecas en la espalda y delgado. Nos liberamos las fotos privadas y nos gustamos. Luego de unos tres mensajes, compartimos nuestros números telefónicos. Nos escribimos y conversamos al teléfono por espacio de dos semanas. Teníamos en mente conocernos, pero ambos estábamos complicados por cuestiones de trabajo.
El primer encuentro, a la salida del gym
Casualmente, salí de vacaciones en Diciembre y él también. El 31 de Diciembre, mientras estaba comprando unas cosas en el automercado en horas del mediodía, se me ocurrió llamarlo para saber qué estaba haciendo, a ver si nos conocíamos.
Adrián me contó que estaba saliendo del GYM, por cierto, uno que queda dentro de un Centro Comercial. Rápidamente se me ocurrió que era la oportunidad perfecta para pasarlo buscando a la entrada de dicho Centro Comercial y llevarlo a su casa. Una muy buena excusa para conocernos en persona. Él me había comentado que vivía en un edificio que quedaba por el centro de la ciudad.
Sin mostrar ningún tipo de ansiedad, le pregunté si quería que lo pasara recogiendo para llevarlo a su casa. Para mi suerte, me dijo que si. Que lo pasara buscando, que se comería una ensalada mientras yo llegaba.
Rápidamente terminé de comprar mis cosas. Compré unas mandarinas para dárselas al regalárselas con el fin de hidratarlo. También le compré unos chocolates. Quería sorprenderlo. Me interesaba impresionarlo. Siempre hago estas estupideces que nadie valora. Los detalles ya no existen.
Se lo que deben estar pensando quienes leen estas líneas: Regalarle unos chocolates en la primera cita es como mucho con demasiado. Por eso debo decir que justo al llegar, decidí darle solo las mandarinas. No quería que se asustara por unos chocolates. Llegué al centro comercial, él reconoció mi vehículo y yo su ropa. Adrián se subió y finalmente nos conocimos en persona.
Cuando lo detallé me sorprendí. Ya no era un tipo delgado como se veía en las fotos. Era un hombre del tipo musculoso, de esos que pasan muchas horas a la semana en el gym y se toman sus batiditos. De cara, no tan atractivo como de cuerpo. Mientras le regalaba las mandarinas que había comprado para él, pensaba: "no habrá química". ¿Por qué estaba yo ten seguro? Porque yo no soy un hombre musculoso. Por alguna razón que desconozco, ellos rompen con aquello de "polos opuestos se atraen". Creo que todos los hombres gays sabemos que los hombres musculosos buscan otros hombres musculosos.
Pero estuve equivocado. Mientras conducía, tuvimos la oportunidad de conversar mucho (había mucho tráfico) y cada cosa que me contaba despertaba más y más mi interés hacia él. Adrián me pareció un tipo sensible, cariñoso, sexy, educado y simpático.
Mi intención era llevarle a su casa, pero Adrián me pidió que lo dejara en otro Centro Comercial que quedaba de camino. El quería comprarse el look de fin de año. La conversación era muy interesante, hasta el punto de que dimos varias vueltas hasta que a ambos se nos hizo tarde.
Le pregunté dónde recibiría el año nuevo y me comentó que lo haría en casa de una tía. Me dijo que luego tenía ganas de salir de fiesta hasta el amanecer. Yo le dije que también tenía ganas de salir luego de dar el "Feliz Año". Que lo llamaría para acordar el punto de encuentro.Lo dejé en el centro comercial y me fui a casa de mis padres, donde tenía una cena.
Las señales de mal augurio después de medianoche
Adrián apareció luego de la medianoche del 31 de Diciembre. Comenzó a escribiéndome para desearme el feliz año y luego, en un siguiente mensaje, me preguntaba si iría con sus amigos a la discoteca gay de moda.
En principio, halagado e intentando no mostrar mucha emoción, le dije que si. Sin embargo, le respondí que quizás no sería buena idea. Las discotecas gays no son lugares para citar a alguien que te interesa y que apenas acabas de conocer. Adrián insistió. No pude negarme. Me pidió que lo pasara buscando a él y a un amigo por su casa.
Eran pasadas las dos de la mañana cuando los recogí en una plaza del centro de la ciudad. Me sorprendió que fuese en una plaza y no por su casa, tal y como me había dicho pero no le presté atención a ese detalle.
Su amigo se llamaba Eduardo y ambos estaban vestidos para llamar la atención: Con ropa super ajustada y super fashion (otro detalle del cual me percaté después). Su amigo no me cayó bien. Me pareció una de esas personas que se creen superiores al resto de los homosexuales.
En la puerta de la discoteca se encontraba un ligue de Eduardo. La diferencia era notoria. Por la forma en que estaba vestido el amigo de Eduardo, se veía que era un hombre mucho más serio que Eduardo. Algo me hizo pensar que ese chico estaba esperando a Eduardo, es decir, que se estaban recién conociendo allí. La salida a la discoteca y la elección de la discoteca no había sido nada casual. De haberme dado cuenta de este pequeño detalle, me habría ahorrado lo que sucedió después.
El desenlace final
Fuimos a una discoteca gay de moda. Eduardo y su amigo se quedaron un rato afuera de la disco. Adrián y yo entramos y luego de dar una vuelta al local, Adrián me pidió que lo acompañara a buscar un amigo de él, un tipo llamado Fabio.
Fabio era un tipo de unos 27 años, moreno claro y el más bajo de estatura del grupo. Resaltaba por ser atractivo, por tener músculos y contar con "cuadritos" en el estómago. Fabio acaparó la atención de Adrián toda la noche. Nunca antes me sentí tan incómodo. No tardé mucho en darme cuenta de que yo sobraba.
Estoy acostumbrado a salir a discotequear solo. Pero si hay algo peor, es estar acompañado y sentirte solo. Hubo un momento de la noche en que sentí ganas de llorar. ¿Por qué Adrián se había mostrado interesado en mí cuando realmente estaba interesado en Fabio? ¿Habrían ellos acordado en verse allí? ¿Por qué me había pedido Adrián en que saliera con ellos? Me preguntaba ¿qué hacía yo allí? Justo cuando pensé en irme, Adrián se me acercó. Me dijo que fuéramos a la otra sala de la discoteca para ver qué tal estaba el ambiente.
Cuando llegamos a la sala de "Crossover", Adrián me dijo que lo esperara allí, que ya volvía. Pero Adrián nunca volvió.
Al rato, quien sí regresó preguntándome por Adrián fue Eduardo. Le contesté que Adrian se había ido y que seguramente se había ido con Fabio. Eduardo, muy seriamente me contestó que eso no era posible. Que ambos tenían que estar en la disco, lo cual era cierto. Encontramos a Adrián en una esquina de la discoteca. Fabio, ya semi-desnudo, bailaba para él.
Suele decirse que los tragos suelen hacer embellecer a la gente, es decir, que la persona que bebe logra captar la belleza de las personas. Debo decir que en mi caso fue lo contrario. Luego de un par de vodkas, Adrián ya no era un hombre sensible, cariñoso, sexy, educado y simpático. Adrián se había convertido en un hombre cruel, superficial, vulgar y detestable. Sólo veía fealdad.
La cosa era ya insólita, Adrián intentando explicarme que Fabio era la pareja de su jefe, que Fabio estaba de visita, que todo eran ideas mias y cualquier otra excusa difícil de creer luego de lo sucedido en la discoteca. Yo no necesitaba sus explicaciones. Es más, mientras Adrián hablaba, yo recordaba ese dicho: "no aclares que oscureces".
Sin embargo, me dije que me quedaría hasta "el final de la función". Pasadas las seis de la mañana, Adrián me dijo "nosotros nos vamos, ¿te quedas?". No se por qué estúpida razón e contesté que me marcharía con ellos ya que había venido con ellos. Y fui a peor, porque luego de todo lo sucedido, me ofrecí llevar a Adrián a su casa. ¿Alguien me puede explicar por qué hice eso? Tengo un amigo que dice que yo soy muy noble, caballero y legal. ¿Pero de qué me sirve ser así? ¿Que se burlen de mí?
Afortunadamente Adrián se negó. El decía que no era lógico que lo llevara a su casa cuando yo vivía tan cerca de la disco. Adrián, Fabio, Eduardo y el amigo de Eduardo se fueron caminando a la avenida con la idea de tomar un taxi.
Yo me fui solo a casa y mientras conducía, repasaba lo sucedido en la noche. Estaba sorprendido de cómo podría cambiar la imagen de alguien en cuestión de horas. El Adrián de la noche no tenía nada que ver con el que había conocido en la mañana de ese mismo día. De un extremo a otro. Adrián había resultado un fiasco de persona. Nada que ver con el que había estado conversando un par semanas antes y atando cabos, descubrí muchas de sus mentiras.
Luego de mucho pensar, llegué a la conclusión de que Adrián y Fabio habían estado hablando desde antes. Así como Adrián había estado hablandi conmigo, con una gran diferencia y es que Fabio era la cita de Adrián. Yo solo era un instrumento para hacerlo realidad: Adrián sólo necesitaba a alguien que lo llevara a la discoteca gay la madrugada de un 01 de Enero, cuando no hay taxis o son muy costosos. Así de simple.
Vaya forma de comenzar un año nuevo... ¿no?
Gabriel S.
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