¿Sabes cuántas ganas tienes de enamorarte?
08.Oct.2024. Opinión. El deseo de enamorarnos se encuentra latente en muchos de nuestros corazones y explica gran parte de nuestro comportamiento. Por ejemplo, ¿no hemos desechado relaciones cálidas y prometedoras porque carecían de la `pasión incontestable´ que produce el enamoramiento?
Enamorarse y ser correspondido: ese parece ser lo máximo a lo que uno puede aspirar en el terreno del amor. Muchos de nosotros sentimos íntimamente la necesidad de encontrar a nuestra media naranja y deseamos, en lo más profundo de nuestro ser, que el enamoramiento nos arrebate.
Sin embargo, esperar al príncipe azul o a nuestra media naranja es condenarnos a la infelicidad. No necesitamos que nadie nos complete: somos naranjas completas, personas plenas que podemos compartir nuestra vida con otras personas por decisión propia, pero no porque estamos incompletos.
La solución reside en convertirnos en el príncipe azul que desearíamos encontrar en el otro -sensible, sólido, tierno, fuerte, sincero, inocente, sabio...- para poder vivir esa experiencia a diario con nosotros mismos y, si llega el caso, compartirlo con otra un otras personas. Sólo cuando yo esté completo podré amar a los demás. Mientras me sienta incompleto, no amaré sino que usaré a los demás para compensar mis carencias.
Esperar que el otro nos complete es ser dependientes, estar destinados al fracaso y predispuestos al chantaje y, a la vez, renunciar a ser auténticamente felices. La felicidad no viene nunca de afuera, somos felices cuando expresamos lo que estamos destinados a ser. Tampoco el amor nos viene ajeno. Somos amor cuando amamos a partir del amor que nos conforma. Si no nos amamos profunda, sincera y gratuitamente, tampoco podemos amar a los demás. Amarnos primero a nosotros mismos no es egoísmo: es el primer paso para contactar con nuestra esencia para poder compartirla.
Los tres pilares del amor verdadero
El enamoramiento es, técnicamente hablando, un brote psicótico pasajero y no es, en absoluto, ninguna garantía de saber amar. El enamoramiento es una obsesión que nos impide pensar en el resto del mundo. Enamorarse es emocionante, revitalizador, divertido... pero el amor verdadero es harina de otro costal. Steinberg, en su libro "El Triangulo del Amor", nos ayuda a reflexionar al respecto: amar sería la presencia simultánea de tres ingredientes distintos.
El primer ingrediente sería el deseo, es decir, el querer estar con alguien, de querer dormir juntos tiernamente abrazados, de apreciar su cuerpo, de querer besarlo, de querer acariciarlo, de querer coger su mano para sentir la calidez de su presencia física junto a nuestro cuerpo... Cuando sólo existe este elemento, entonces tenemos un amante: algo fantástico, pero distinto a una relación de pareja.
La segunda característica es la intimidad, la cercanía, la sinceridad, la amistad. Cuando amamos a alguien debemos tener con esa persona la complicidad y la compatibilidad necesaria como para querer compartir nuestros sentimientos, nuestros sueños, nuestros juegos, nuestros miedos, nuestras esperanzas... La intimidad emocional es fundamental en una pareja, pero si solamente existe este ingrediente entonces tenemos un amigo, pero no una pareja.
La tercera característica que debe vivirse conjuntamente a las dos anteriores es el compromiso: el deseo de seguir conociéndonos, el deseo de seguir compartiendo la vida juntos, la certeza de que seguiremos unidos al cabo de los años porque el proyecto de futuro que tenemos es compartido y nos apetece. Si sólo los une el compromiso tenemos un contrato, pero no una pareja.
Según Steinberg, solamente cuando se dan juntos estos tres ingredientes -deseo, intimidad y compromiso-, entonces nos encontramos con una verdadera relación de pareja y podemos hacerla crecer con los años.
Lo que debemos aprender
Los homosexuales tenemos puntos flojos a superar para construir relaciones amorosas sólidas. Sólo tengo investigaciones parciales para afirmarlo -además de cierta experiencia personal-, pero creo que los gays todavía debemos aprender a expresar sin miedo nuestros sentimientos y a comprometernos.
Pienso que los hombres gays todavía no somos capaces de expresar lo que sentimos, con total claridad, hacia las personas que nos gustan y que miramos el compromiso con demasiado temor. Creo que eso debemos cambiarlo. Debemos ser capaces de mirar a los ojos al hombre que nos gusta y decírselo claramente, haciéndole saber que queremos compartir nuestra vida con él. Si no aprendemos a hacerlo, el amor nunca podrá posarse sólidamente en nuestras vidas.
Las lesbianas deben aprender a construir relaciones de pareja de manera que cada una tenga su propia independencia. Creo que muchas chicas lesbianas tienden a fundirse en sus parejas, con el riesgo de ahogar y empobrecer la relación por lo que esa fusión conlleva. Creo que ese es el aprendizaje que muchas lesbianas deberían realizar en el ámbito del amor.
Amar no es difícil pero requiere coraje. El coraje de mostrar los propios sentimientos y sobrevivir al rechazo si hace falta, el coraje de comprometernos, el coraje de seguir manteniendo nuestra individualidad a pesar del enamoramiento, el coraje de aceptarme plenamente como soy para unirme, de forma libre, a otro.
Si, amar requiere coraje. Pero como gays hemos demostrado valentía en numerosas ocasiones y, por tanto, también la conquista del amor auténtico y profundo está al alcance de nuestros dedos. ¡Adelante!
Daniel Gabarro
Título original: "Enloquecer de amor, ¿o simplemente amar?"
Artículo publicado en la edición No. 115 de la Revista ZERO.
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